Ksenia Sobchak una playboy revolucionaria

Si el primer ministro ruso Vladimir Putin pensaba que al frente de las protestas callejeras que estas semanas sacuden Moscú sólo están los anodinos blogueros e intelectuales de siempre, su tranquilidad se ha terminado. En un país enamorado de la televisión no es nada bueno tener un enemigo contestón en la pequeña pantalla y en eso es en lo que se ha convertido, para sorpresa de muchos, la presentadora Ksenia Sobchak.

Conocida como la Paris Hilton rusa por su afición a las fiestas desenfrenadas, Sobchak no tiene nada que envidiar en cuanto a seguidores en las redes sociales con más de 350.000 fieles. Y con una diferencia muy importante: su sola presencia ya le garantiza audiencia en televisión, ya sea en los reality-shows que suele moderar o en las noticias de cotilleos. Su salto a la batalla política le ha costado un pequeño disgusto después de que la MTV cancelase su programa de entrevistas tras una primera entrega titulada «¿A dónde nos lleva Putin?».

La rubia presentadora, hija del histórico alcalde de San Petersburgo Anatoli Sobchak, está aprendiendo a golpes que una cosa es reconciliar a los finalistas de Gran Hermano y otra querer dar voz al feroz bloguero Alexei Navalny, conocido por haber acuñado la descripción «partido de bandidos y ladrones» para referirse a Rusia Unida, la formación que manda en el Kremlin. La cadena ha puesto de momento fin a su aventura televisiva.

Pero Ksenia Sobchak, que fue portada de Playboy, nunca se ha callado sus puntos de vista y esta vez parecía ir en serio en el mundo del periodismo televisivo, aunque se permitió empezar su penúltimo directo vestida con una camiseta que retrataba a Putin como a un niño pequeño. Eso no es nada comparado con las variopintas pancartas que caricaturizan a Putin estos días en los mítines de la oposición de cara a las elecciones presidenciales del próximo domingo. Pero lo que ha causado aspavientos entre la clase dirigente fue en realidad el debate que organizó con los miembros de la oposición y los grupos pro Putin en la propia MTV, porque fue inusualmente intenso en un país donde el Kremlin tiene un férreo control sobre los medios de comunicación, sobre todo los televisivos. «Creo que la censura va a empeorar después de la elección, pero vamos a luchar contra ello», dijo Sobchak en otro canal.

Cuentan que la han abucheado en algunas manifestaciones, pero a Putin seguramente le habrá dolido especialmente que esta última daga de las muchas que vuelan por Moscú estos días se la haya clavado precisamente la hija del alcalde de San Petersburgo Anatoly Sobchak, para quien Putin trabajó como diputado en la década de 1990. Pocas veces se ha visto llorar al primer ministro y candidato de nuevo a la presidencia, y se sabe que una de ellas fue en el entierro de su mentor.

Pero la bella Sobchak, cuyos ingresos en 2011 se estiman en dos millones de euros, sabe que la guerra es la guerra y se ha echado a las calles. El domingo pasado participó en una manifestación en Moscú en la que 30.000 personas unieron sus manos en torno al barrio en el que se encuentra el Kremlin.

Aunque cosechó mayor impacto cuando hizo una aparición sorpresa en una multitudinaria marcha opositora el pasado diciembre: «Mi nombre es Ksenia Sobchak y tengo algo que perder, pero aun así aquí estoy», dijo la que durante años había sido la niña pija oficial del país.

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