Muchos la recordarán como la joven intrépida e independiente de la que se acabó por enamorar Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia. Después fue muchas otras cosas más, cantante con grandes éxitos a sus espaldas, madre de Carrie Fisher (la inolvidable princesa Leia de La guerra de las galaxias), víctima de uno de los mayores escándalos de Hollywood, cuando Elizabeth Taylor le robó a su marido, y actriz incansable de cine y televisión.
Hoy Debbie Reynolds es una gran dama de la escena en apuros económicos, olvidada por las masas incultas a sus 79 años, pero con fuerza suficiente como para sacar a relucir su faceta menos conocida, la de visionaria sentimental que en breve explotará una de las colecciones más deslumbrantes del Hollywood dorado. La actriz de El Paso (Texas) venderá joyas como el célebre vestido que lució Marylin Monroe en La tentación vive arriba, de Billy Wilder, o los zapatos de rubíes con los que Judy Garland aguantó todo el camino en busca del Mago de Oz.
También formarán parte del lote un bombín de Charlie Chaplin y el vestido que llevó Liz Taylor en Cleopatra, cedido por la actriz británica en señal de amistad, el año en que se reconciliaron después de que Taylor se acostara con el que fue el primer marido de Reynolds, Eddie Fisher.
Por todas esas joyas que Reynolds intentó conservar en un museo, sin éxito, podría llegar a recaudar 7 millones de dólares. Son objetos extraídos de un lote que la protagonista de Cómo atrapar un marido adquirió después de que los estudios de la Metro Goldwyn Mayer prefirieran no explotarlos.
Reynolds intentó salvar los 300.000 objetos que componían la colección por un total de cinco millones de dólares, pero la MGM no quiso vendérselos y los mandó a una subasta en que la actriz pujó, haciéndose con lo más valioso.
«No es tanto el hecho de que yo tuviera una visión especial, es que ellos no tuvieron ninguna». Según Reynolds, a Hollywood le falló la nostalgia y muebles que formaron parte de títulos memorables como Lo que el viento se llevó o Sonrisas y lágrimas, se perdieron sin remedio. Algunos fueron destruidos.
A Reynolds no le salió bien la jugada tampoco, y pese a que ha intentando conservar parte de sus tesoros hasta el final, ahora sus cuentas personales no cuadran y se ha visto obligada a vender. Por eso, el próximo 18 de junio, en un teatro de Beverly Hills, se subastará todo. Los encargados serán Profiles in History, la misma empresa que sacó más de un millón de dólares por el coche de Chitty Chitty Bang Bang hace unas semanas.
Reynolds también espera recaudar mucho con otro vehículo histórico, el que usaron Cary Grant y Marilyn Monroe en Me siento rejuvenecer. Ya le ha comunicado a su hija, Carrie Fisher, que no puede conducirlo bajo ningún concepto, pese a su expreso deseo de quedárselo.
Además, pondrá a la venta el sencillo vestido que usó Julie Andrews en Sonrisas y lágrimas, por el que espera sacar unos 35.000 euros, y otro de Marilyn Monroe con el que le cantó aquel sugerente Happy birthday al presidente John F. Kennedy. El dinero le vendrá bien a Reynolds, con seguridad, pero será una dolorosa separación.
1.000.000 $. Puede ser un récord. Un millón de dólares por un vestido blanco que los aires del metro de Nueva York tuvieron a bien levantar, para regocijo de miles de espectadores.
30.000 $. El bombín del maestro también vale millones, aunque sean más sentimentales que reales. El sombrero del rey del cine mudo superará los 30.000 dólares, según los entendidos.
200.000 $. Audrey Hepburn tenía que estar presente. Dos vestidos suyos, uno usado durante el rodaje de 'My Fair Lady' (en la foto) y otro de 'Desayuno con diamantes', saldrán a subasta.
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