Los publicistas infantiles son unos psicópatas

No consigo imaginarme el organigrama mental de los publicistas especializados en la infancia. La carnaza que ofrecen, a precios escandalosamente clasistas (el cartelito indica que la mayoría de sus productos supera los cinco papeles) lleva la marca de sociólogos pervertidos y retorcidos, de alguien que detesta a los niños pero que no desconoce la riqueza potencial de ese mercado en continua explotación. La sofisticación de la puesta en escena está alcanzando niveles alarmantes. 

Abundan los spots literalmente hediondos, habitados por putones con rebuscada imagen de adultos (pendientes, peinados, gestualidad, entonación e impostura de la voz), muñecas con capacidad para parir muñequitos, imitaciones de punkis con mensaje agresivo, cenicientas constreñidas, amores infantiles condicionados porque el varón le regale un libro a la hembra mientras que la voz en off de un adulto asegura: «Hay momentos en esta vida en los que un hombre tiene que dar todo lo que le pidan», Barbies, superbarbies..., la hostia bendita. Para compensar de tanto simulacro feroz, para mitigar el repugnante alud publicitario con el que pretenden crear urgencias consumísticas en los críos, televisión nos ofreció en la madrugada del viernes una película tenebrosa y genial centrada en el universo infantil. 

En La noche del cazador hay ogros reales que extienden sus garras para hacerles daño, fantasmas seductores que les persiguen en la noche a través de ríos y montañas para arrancarles su dinero y su corazón, ranas y buhos que contemplan su pesadilla, una vieja insomne y de aire frágil que vigila con una escopeta para protegerles del diablo, súplicas bíblicas para que no pierdan la fortaleza moral y la vida no les destruya. 

También es agradecible la presencia de Ignacio Salas, espontáneo, cálido, antipaternalista, en el delicioso Juego de niños, un programa cuyo único defecto eran las estomagantes presentadoras. Aquí, y en Sopa de gansos existe el respeto hacia esas indefensas, fascinantes, complejas e insoportables criaturas.

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