Si hace ahora un año, Pedro A. Cruz, consejero de Cultura de la Región de Murcia, no hubiera sido agredido por tres individuos, quizás no hubiera escrito No comparto las razones de la luz (Huerga y Fierro), el primer poemario que edita este político y profesor universitario que ha publicado varios títulos sobre el arte contemporáneo, la realidad, la ficción, la imagen, e incluso un monográfico sobre Daniel Buren, un artista conceptual francés, cuyas obras parecen códigos de barras. El libro lo presenta hoy en el Museo Thyssen arropado por José María Lassalle, secretario de Estado de Cultura, y el poeta Luis Alberto de Cuenca.
No hubiera escrito este libro, pero sí otro distinto: descubrió tarde la poesía, que suele ser un oficio de juventud, pero ahora se dedica a ella con pasión y convencimiento. «Creo que toda mi carrera estaba encaminada a ello. He seguido un proceso de depuración que me ha llevado a elegir la poesía como forma de expresarme», dice Pedro Cruz, quien reconoce que No comparto las razones de la luz lo escribió como terapia, un poco para exorcizar los demonios, el malestar y las contradicciones que le llegaron tras la irracional agresión.
Aquel bárbaro incidente fue la espoleta para volcarse en el libro, que no refleja esa anécdota, sino que es una reflexión sobre el dolor, el cuerpo, la distancia, la realidad… el ser humano. El título del libro ya nos lo sugiere: «Hay días en los que te encuentras mal, sales a la calle, miras, el cielo es luminoso y el sol te hiere. Otros días es al revés. La luz siempre viene a destiempo», explica su autor y añade que es un libro sobre el dolor y la necesidad de redimir al triste y al doliente.
El poemario, que compagina las reflexiones filosóficas con la intuición poética, está lleno de sentencias, y cada verso es como un escalón en el que detenerse y volver a contemplar el paisaje o a uno mismo: «La plenitud no deja margen para el mañana», «siempre se respira contra el mundo. De ahí la fatiga», «La cabeza sólo vale para perder la vida», «los tiempos mejores lo son porque jamás vienen»...
Si se le pide un nombre, Pedro A. Cruz elige, sin dudar, a Fernando Pessoa, en especial, el heterónimo Alberto Caeiro, y en general, la poesía portuguesa, además de Leopoldo Panero y Bukowski.
«No creo en las ideologías, y cada situación requiere una síntesis de pensamientos concretos y variados», dice este profesor de Historia del Arte, que aún no ha cumplido 40 años, y llegó a la política hace seis, y a la poesía, hace unos meses. Los versos los escribe directamente en el iPhone.
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