El lado más dramático del amor

Julio Salvador (Barcelona, 14 de febrero de 1981), cantante y compositor de Wiggum, empuñó su primera guitarra a los 10 años. Cosas de tener un padre -Carlos- melómano además de ginecólogo. «Crecí oyendo sus discos, de The Beatles, Dire Straits y Pink Floyd, hasta que, a los 11, quedé fascinado por The Beach Boys, que a él le irritaban. A los 15 descubrí la distorsión mediante Aerosmith; subí al carro del grunge, de Green Day; al del brit pop de Oasis, Blur y The Verve; al sonido Motown, a la psicodelia y al rock progresivo de los 60. Y hoy amo a Band Of Horses y The Shins, y estoy dando una oportunidad a los 80», explica Julio, vía telefónica, desde la intimidad de su estudio casero, ayer, en la víspera de un viaje a Benicàssim.

Allí estarán para presentar en el FIB -el sábado- su disco de debut, Sintón Nisón ama a Nifú Nifá, grabado en 2010, masterizado por Joaquín Pascual (Surfin' Bichos, Mercromina) y editado ahora por El Genio Equivocado.

El sonido del álbum transporta al dream pop británico de los 90. Como The Marzipan Man, Wiggum podrían justificar cantar en inglés, como dictaban los cánones del indie de los 90. «Estoy tentado de volver al inglés, pero el castellano me permite expresar mis sentimientos. Y si sentimos realmente la llamada, probaremos con el catalán. Pero aún estamos [Halldór Mar, islandés arraigado en Barcelona, también canta y compone] aprendiendo a escribir letras», confiesa Julio.

Sus canciones recrean «el lado más dramático del amor; la belleza que hay en los momentos de inseguridad en una relación; una pareja que no funciona; encontrarse perdido, y la esperanza de que las cosas mejoren». En el caso, de Julio, con «la cruz a cuestas de haber nacido el día de los enamorados», se trata de experiencias propias: «Mi reto es salir, al fin, de la temática amorosa», admite.

Julio es el autor de La Chica Imaginaria. «Un joven inventa una novia para sentirse querido, correspondido. Grabé la melodía en mi teléfono. Tras ponerle letra, ganó ese aire a lo Dúo Dinámico», cuenta. Suyas son también Jacques Costeau y Amanda Lane: «Ésta está en el disco por Cacho Salvador, mi hermano pequeño, productor del disco y miembro de Extraperlo. La grabé en 1999 en un ocho pistas. Él la oía a escondidas y propuso incluirla en el disco. Traduje la letra al español y dejé la instrumentación a Cacho y Marco Morgione [coproductor]».

En Wiggum, nombre salido del hijo del policía obeso de The Simpsons, hay sitio también para el humor: «Nos encanta el absurdo (The Monty Python, Muchachada Nui) y Ralph Wiggum es un gran exponente».

¿Están los músicos dramáticos más valorados que los que apuestan por el humor? «Justamente el otro día lo hablaba con Halldór. Nos preguntábamos por qué un humor como el de Chaplin ha desaparecido. Para valorar según qué humor, hace falta una sólida base cultural. Las cosas hacen más gracia cuanta más capacidad de imaginación tengamos, y la imaginación se aumenta llenando el cerebro», cuenta Julio.

«Nosotros no somos un grupo tan mediático como Vetusta Morla, con quienes sorpresivamente nos comparan», prosigue. «A los 15 me traumatizó ver en Zeleste a Oasis perdonando la vida al público. Yo, que veía de niño vídeos de Queen, les puse la cruz. ¿Para qué llamar la atención yendo de tipo duro? Y no es falsa humildad mía. Pep Guardiola, un crack, sí puede ir de humilde, pero yo no. Me gusta The New Raemon, siempre agradecido al público. Y tenemos buen rollo con Cyan y Montevideo», añade. Si bien la devoción de Julio Salvador por The Beach Boys empezó a alejarlo musicalmente de su padre (el médico melómano), a cierta componenda han llegado con Sintón Nisón ama a Nifú Nifá. «Al principio, acostumbrado a nuestro antiguo sonido clásico, no le gustó. Pero empieza a valorarlo más».

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