Las películas de Dizzy Gillespie

«Lo que los blancos esperan de nosotros, Bird, es que respondanos a la imagen que ellos tienen de los negros: vagos, borrachos y colgados hasta el cuello de droga.

Yo no soy así porque es la manera que tengo de darles con un palmo de narices» le decía el personaje cinematográfico de Dizzy Gillespie a Charlie Parker en la película Bird de Clint Eastwood.

El auténtico Dizzy Gillespie no ha visto dicha película, «porque la música de Bird es mucho más interesante que su vida», pero en la entrevista que concedió ayer en el aeropuerto de Barajas, recién llegado de Nueva York y de paso para San Sebastián, donde hoy se incorpora al rodaje de El invierno en Lisboa, dejó bien claro que se decidió a intervenir en esta película «porque es limpia y no aparecen ni drogas ni alcohol».

Con cierto aire cansado por los efectos del jet-lag pero con sentido del humor y un impresionante aspecto físico para su edad, 72 años, esta leyenda viva del jazz, uno de los creadores del «be-bop» en los años cuarenta, explicó que «ahora me decido a ser actor porque me siento joven y no dudaría en hacer más películas si me ofrecieran guiones interesantes.

Esta lo es porque está ambientada en el mundo del jazz y no da una imagen deformada del mismo».

En El invierno en Lisboa, dirigida por José Antonio Zorrilla y basada en la novela homónima de Antonio Muñoz Molina, Dizzy Gillespie no sólo interpreta el papel co-protagonista de Bill Swann, sino que también será el autor de la banda sonora del filme. Gillespie no quiere revelar la cantidad que recibirá por su doble trabajo en la película, aunque afirma, sin mucho convencimiento, «que rió es demasiado alta». Los productores de la película tampoco quieren decir la cantidad.

El presupuesto de El invierno en Lisboa es de 250 millones de pesetas, en formato de coproducción hispano-luso-francesa, producida por Angel Amigo, José Vicuña y Alfredo Matas.

El protagonista del filme lo encama el actor francés Christian Vadim -hijo de Roger Vadim y Catherine Deneuve-, y también figuran en el reparto los actores españoles Eusebio Poncela, Fernando Guillén y, entre otros, Klara Badiola El rodaje de la película es de ocho semanas: dos en San Sebastián y el resto en Lisboa. Concretamente, el famoso trompetista va a rodar dos días en la capital donostiarra y diez días en Lisboa. Desde 1945 Dizzy Gillespie se convirtió en una estrella internacional del jazz.

Ya entonces, su apodo de «el loco» era como un sobrenombre. Y no es que Gillespie fuera «salvaje» al modo de Parker, sino que una vez encima de los escenarios, se ponía a hacer muecas, a bailar, a divertirse a tope. Y lo ha seguido haciendo en estos cuarenta y cinco años después. «Lo que importa es estar animado y sentir la música», dice.

Y muy animado debía estar cuando, en los años sesenta y después de abrazar la religión Bahaí, decidió probar fortuna en la Casa Blanca. Su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos tenía como compañeros de gabinete a Duke Ellington, como secretario de Estado; Ray Charles a cargo de la librería del Congreso y, ni más ni menos, a Miles Davis como director de la CIA.

A Gillespie le sigue interesando la política. «En EEUU existe un conservadurismo muy negativo. Nixon no me caía bien, Carter era un buen chico y Bush no es de los míos. A mí me gusta Jackson».

En Gillespie sigue viva la fascinación por Charlie Parker, Bird. Dice que era su «capitán. Ni él era el chico malo ni yo el bueno, siempre he sido normal». ¿Y que es ser normal? «No sé, pero sí que no soy como Nat King Cole». A Parker le pusieron Bird en el ejército porque tenía el escalafón más bajo. «Si Charlie fue Bird, yo hubiera sido superlowbird, es decir, hubiera estado muy por debajo de él».

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